Lo que él descubrió es el inconciente. La palabra no es nueva pero Freud designa con ella algo novedoso. Queda claro que Freud no inventa la palabra inconciente pero si designa con ella algo radicalmente novedoso para la condición humana. Viene a interrogar o a derrocar lo que la filosofía y la psicología ubicaban en el centro de la actividad mental: la conciencia.
Es más, el yo conciente es para Freud una instancia que no
manda en su propia casa. Asunto que el psicoanalista francés Jacques Lacan vino
a subrayar tiempo después, al decir que la existencia no es eso que Descartes
apuntó: “Pienso luego existo”. Pues con el planteamiento de Freud estamos
obligados a reconocer que la existencia se da ahí donde no pienso.
Para Freud se trata del inconciente en el sentido de lo inconciente
reprimido. Y si aún no acabamos por descubrir-reconocer lo que el
descubrimiento freudiano representa, es porque, nos dice el psicoanalista Donald
Winnicott, no puede ser recordado por su asociación con lo doloroso y lo
insoportable.
En ese sentido es pertinente el planteamiento del psiquiatra
y psicoanalista François Roustang. Quien dice que la dificultad de aceptar la
realidad del inonciente se debe a que implica renunciar al pretendido control
de los propios actos, a esa omnipotencia de la lucidez y la voluntad. Porque con
su descubrimiento Freud señala que estamos movidos, en la mayoría de nuestras
acciones, no por móviles consientes, sino por aquello que ignoramos y no
podemos conocer más que parcialmente.
Psic. Mauro Cruz Mtz.
psimauro.cm@gamail.com
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