SOY EXPERTA EN TDAH.


SOY EXPERTA EN TDAH.

Psi. Mauro Cruz Martínez.


“Soy experta en Trastorno por Déficit de Atención, ese es mi fuerte”. Estas son las palabras de alguien que se presenta como experta de este trastorno en la escuela. El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) es un diagnostico sumamente popular. “Parece que está de moda” dice Rafael Guerrero, quien se presenta como experto en este trastorno, pero también del trastorno de aprendizaje y la conducta, pericia que se refleja en la escritura de un libro que versa sobre el TDAH.

Es muy conocido que se trata de niños y adolescentes cuyos síntomas son la falta de atención, la impulsividad y la hiperactividad. De hecho estos son los criterios diagnósticos publicados en 2013 en el Manual Diagnostico y Estadístico de Trastornos Mentales 5 (DSM, por sus siglas en inglés), de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés). En 1980 esta misma asociación decía que los niños que a menudo se distraen con facilidad, que tienen dificultades para concentrarse en los deberes, a los que hay que llamarles la atención con frecuencia o que se suben a los muebles, mostraban síntomas de trastorno mental.

En la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud, (CIE 10), publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) los criterios diagnósticos son los mismos que en el DSM-5, cambiando básicamente el nombre del trastorno por Hipercinético y por ser más restrictivos. Por ejemplo los síntomas en el CIE 10 deben estar presentes antes de los 7 años y en el DSM-5 antes de los 12.

Sobre estos elementos diagnósticos Alexis Ariel Morales, nos dice en su libro “La infancia medicada” que “ninguno de los criterios propuestos por el TDAH está ausente de la vida normal del niño. Es condición de la infancia un grado de conducta motriz mucho mayor a cualquier otra etapa de la vida, un grado menor de atención y una aplicación de la misma no siempre acorde a los requerimientos sociales y, por supuesto, un menor control de los impulsos. La única particularidad del TDAH es la exageración de estos rasgos típicos. (...) el mero carácter de exceso”.

Mucho se habla y discute sobre el TDAH. Hay expertos que defienden su validez diagnostica y hay otros que hablan de la invención del trastorno. Por el número de publicaciones en diversos formatos (libros y artículos impresos o que circulan en la red) se entiende que la validez del diagnóstico lleva la delantera. Algo que se hace evidente al interior de las escuelas y con los padres de familia. He llegado a escuchar con frecuencia las siguientes expresiones: “ese niño algo tiene”, “ha de tener déficit de atención”, “a menganito los van a medicar porqué se porta muy mal en la escuela”.

La oferta de libros, guías, cursos y diplomados para saber qué hacer con un niño con TDAH están al por mayor. Se prometen estrategias para mejorar el aprendizaje, se ofrecen asesorías para tratar y remediar los síntomas, se ofertan instrumentos para evaluar y diagnosticar, se orienta sobre el diseño de materiales para la intervención, se proponen modelos de intervención psicopedagógica y adecuación curricular.

No sólo se habla de TDAH, con ello hay una alta demanda de las instituciones escolares y los padres de familia para la medicación y/o tratamiento de sus niños y adolescentes. Parece que el diagnostico ya está dado y se convoca a expertos para confirmarlo: a expertos cuyo fuerte sea el TDAH. El asunto es que también la medicación lleva la delantera. Incluso los mismos padres y maestros llegan a solicitar la medicación inmediatamente.

Ya en otro momento nos hemos preguntado: ¿Por qué la sociedad y en particular los padres aceptan de manera tan fácil que se medique contra un trastorno mental a sus hijos? Y decíamos que quizás es porque hay una industria, la farmacéutica, que ha difundido e implantado la idea de que el TDAH tiene un origen neurológico-genético, sin dar prácticamente ninguna relevancia a los factores sociales, familiares y subjetivos.

¿Quiénes diagnostican? Pues por la aparente facilidad de las señales de que alguien tiene TDAH, prácticamente cualquiera que tenga a su cargo niños o adolescentes. El recurso es enviar a ese niño o adolescente a consulta para que cierto experto corrobore lo ya sabido. ¿Debemos seguir medicando a niños, niñas y adolescentes sin atender otras esferas de la salud mental? ¿Acaso nos hemos preguntado por las consecuencias de la medicación contra el TDAH?

En diferentes espacios se habla mucho del TDAH pero poco o nada se discute las controversias sobre su validez, su génesis, el alto número de niños diagnosticados y medicados y, el impacto de la medicación en cada uno y sus familias.

Sobre su génesis y validez, Fernando García de Vinuesa, uno de los autores del libro “Volviendo a la normalidad: La invención del TDAH y del Trastorno Bipolar Infantil”, dice que un recurso muy socorrido es el argumento histórico de que el diagnóstico del TDAH está presente desde hace más de dos siglos en diversas fuentes médicas. Un argumento que éste autor demuestra como injustificado cuando va a revisar las fuentes históricas que se arguyen en los libros que hablan sobre el TDAH.

Así que convocar a los expertos debe servir para dialogar sobre el TDAH, para informarse sobre este trastorno, para desmitificarlo y saber de otras alternativas para pensar y tratar esos síntomas que se han instalado como los criterios diagnósticos. Para interrogar e interrogarse sobre qué es un niño o un adolescente, particularmente para saber quién es ese niño o adolescente diagnosticado con TDAH; su historia, sus motivaciones, sus temores y sufrimientos. Pero también para indagar sobre los vínculos que tenemos con esos otros (niños y adolescentes) y qué otros vínculos podríamos tener.

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