RESONANCIAS DEL SILENCIO. Sujeto cuerpo saber. Prolegómenos de un abordaje psicoanalítico del cuerpo y sus afecciones.
RESONANCIAS DEL
SILENCIO. Sujeto cuerpo saber. Prolegómenos de un abordaje psicoanalítico del cuerpo y sus
afecciones. (2009, México: Circulo Psicoanalítico Mexicano).
El autor de este
libro, Carlos L. Fernández Gaos, y al momento de la publicación del mismo era
miembro del Circulo Psicoanalítico Mexicano. Actualmente es miembro titular del
Taller de Investigaciones Psicoanalíticas.
Es un libro
publicado en el 2009 y prologado por Alejandro Salamonovitz Weinstock. Acá tomaremos
palabras del autor y de quien prologa para presentar brevemente el libro. Recordando
que hablamos del psicoanálisis en y desde México.
Se trata de un
abordaje psicoanalítico en torno al cuerpo. Y como el autor nos dice, el subtítulo
remite al célebre “Sujeto supuesto saber” de Lacan. Se sustituye “supuesto” por
la palabra “cuerpo” con la intención de suspender el supuesto de que ya se sabe,
particularmente en los discursos actuales sobre el cuerpo, de que se trata.
En los primeros
cinco capítulos, nos dice Salamonovitz, se nos guía con lucidez por los
laberintos epistemológicos del cuerpo, se nos conduce hacia una ética de la
verdad frente al neoliberalismo que ha hecho del cuerpo un espacio del libre
mercado. Se trata de los silencios del cuerpo, donde la palabra ha sido
expropiada, pero donde la verdad asoma como un grito desesperado.
Al respecto Salamonovitz
nos dice que: “Esos estruendos del cuerpo no hacen más que anunciar el dominio
de la pulsión de muerte que se apresta a convertir el cuerpo humano en carne de
la biología. Los órganos pasan a ser rehenes de un narcisismo exacerbado en el
que se reniega la presencia del semejante. Así es como el autor nos confronta
con lo que nombra Yootro. Este afortunado neologismo denuncia la verdad de un
Yo nacido en la intersubjetividad, en la singularidad de su historia. El hombre
posmoderno nace de la soledad y del desamparo de un mundo hecho de silencio de
un padre tirano. Ése es el padre resurrecto del banquete totémico, el que
fracasa en hacer ley. La palabra se ahoga en el silencio de un cuerpo hecho
organismo. El desamparo de un Yo que no se reconoce otro, abre los postigos a
Otro colonizador que invade la intimidad del hijo nacido huérfano. Ese Otro de
la enviada por la juventud del hijo, se encarna en la figura terrorífica de su padre-madre
que se niega a dar la palabra a su crio. Estamos ante una helada soledad,
refugio criogénico hecho desamparo. El cuerpo tiembla de un miedo tempánico en
la oscuridad del silencio. El cuerpo enferma ante un padre peculiar, que lejos
de dar la palabra, para que el hijo hable, impone una palabra en la boca del
infante, condenándolo a hablar sin hablar, sin sentir, sin conmoverse. La carne
es afectada sin afectos, carne hecha de sórdido silencio”.
Se trata de un
padre, apunta Salamonovitz, que reniega de la muerte, que da silencio en vez de
palabra. No tiene la generosidad para dejar hablar al nunca ha hablado.
Después de ese recorrido
epistemológico, se nos dice en el prólogo, se resalta la fuerza de la teoría del
narcisismo como piedra angular de la clínica contemporánea. Así el autor dirá
que: “las enfermedades son del Yo-cuerpo, y tienen también una inscripción, ya
sea en forma positiva o de vacío, de hueco, en esta historia que construyó, por
lo que su evolución y destino dependerán también del modo en que el sujeto
tramite el silencio al que lo condenan los discursos que se lo arrebatan, que
no son más que evocaciones, que reciben con complacencia, de su retorno al
tiempo cero de su constitución en el nirvana de su narcisismo originario”.
Un Narciso que
encuentra la muerte ante una mirada que no lo mira, ante ese silencio de una
palabra que no nace, apunta Salamonovitz. Y también nos dice: “Este infans
desamparado deja hacer su cuerpo en nuestro diván, en espera de un milagro que,
hecho palabra, le devuelva el domino sobre un cuerpo, que lo ha abandonado para
servir a un amo ajeno. Éste es un amo de afuera que se le ha metido dentro
(sic). El paciente somático es habitado por un cadáver ressurecto. El cuerpo se
aliena y no sabe a qué cuerpo pertenece el dolor”.
El dolor como
una salida de la angustia, una angustia que linda con lo insoportable. Se opta
por el dolor frente a la angustia. Se habla de las marcas del cuerpo y también de
una explicación desde el psicoanálisis sobre el tatuaje y el piercing.
En palabras del
autor, “a lo largo de este libro, intentaremos dar cuenta de un concepto de
cuerpo que, sin menoscabo del que tienen las ciencias biomédicas, dé
oportunidad de pensar y contender, de otras maneras, con sus vicisitudes”.
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