La sexualidad de los adolescentes: los límites de lo ilimitado.
Psi. Mauro Cruz Martínez.
Freud decía, allá en 1885, muchos
años antes de la obra inaugural del psicoanálisis, La interpretación de los
sueños en 1900 (o 1899 para mayor precisión); que los adolescentes no poseen un
conocimiento sexual mucho mayor del que se sospecharía en ellos, e incluso del
que ellos mismos se atribuyen. Freud pensaba en ese entonces sobre las
vivencias sexuales como el factor traumático que desencadenaba una neurosis. Digamos
hoy que algo del orden de lo psíquico siempre se juega en el encuentro de todo
ser humano con su(la) sexualidad. Un efecto que bien puede decirse que está en
el orden de lo traumático.
Y pensando en los adolescentes de
hoy día, todos aquellos que tiene un acceso ilimitado a ciertas formas de la
sexualidad, vía Internet, este señalamiento de Freud, me parece, tiene cabida. Las
escuelas, las mismas familias, los medios tradicionales de comunicación,
ciertas figuras representativas para los adolescentes que se conocen como
influencer, la pornógrafa, el sexting, entre otros, hacen aparecer el tema de
la sexualidad como algo de lo que ya los adolescentes tiene dominio. Pareciera que
esa ignorancia adolescente sobre la sexualidad de la que habla Freud ya no
puede contemplarse. Entonces, ¿Cómo pensar el impacto que la sexualidad juega
en todos? ¿En los adolescentes?
El cuerpo, la feminidad, la
masculinidad, las orientaciones sexuales, lo trans, el género, pero
particularmente las miradas, las palabras (en su versión insistente de mensajes
escritos en whatsapp y otros), la ropa que los descubre o con la que tratan de
ocultarse, sus relaciones (que ya no son ligues ni coqueteos sino onda y otras
nominaciones), sus excesos para arribar a experiencias no con la sustancia
misma sino con otros, sus embarazos, sus abortos, su sexualidad en apariencia
ilimitada.
Seguramente se puede pensar que
la demanda de la época es justo lo ilimitado, el todo se puede y se puede más. Atrás
se quedó la inocencia de la niñez y la adolescencia, ya no más ignorancia al
respecto.
Pero no se puede dejar de notar y
apuntar que el impacto del encuentro con la sexualidad hace evidente los límites
de lo ilimitado. Los límites de un cuerpo, los desgarres de las organizaciones psíquicas.
¿Qué podemos saber de la sexualidad cuando un embarazo rebasa toda educación
sexual e intento de acercamiento? ¿Qué de la sexualidad cuando el cuerpo es
arrastrado a la delgadez mortífera pero también al consumo incesante para
sustituir un malestar por otro?
Los adolescentes creen que saben
de sexualidad, pero en la consulta y en las escuelas se escucha otra cosa: los
temores, cuerpos que construyen porque así lo exige un Otro, lagrimas,
aislamientos, intentos de suicidio y su consumación misma.
“Es incomodo hablar de sexualidad
con un adulto” decía una adolescente, “pero prefiero hablarlo contigo que con
mis padres”, concluía. Hay toda una cuestión de responsabilidad y ética entorno
a la escucha y atención de los adolescentes y sus interrogantes sobre su y la
sexualidad. Una cuestión que va más allá de información científica y la promoción de derechos sexuales y
reproductivos. No sin dejar de lado estos elementos pero si contemplado otras dimensiones de la
condición humana.
psimauro.cm@gmail.com
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