LA ANGUSTIA COMO CONSTITUYENTE DEL OBJETO a EN PSICOANÁLISIS Y SU RELACIÓN CON EL DISPOSITIVO ANALÍTICO.
MARIELA FLORES ACOSTA*
En psicoanálisis se habla del sujeto como efecto del lenguaje, ya que no es el mismo al que se refiere la psicología u otras ciencias, ya que a diferencia de éstas, en psicoanálisis el sujeto es un sujeto dividido entre lo que sabe o cree saber de sí y lo que sabe pero no sabe que sabe; quedando atravesado, escindido, justo en el momento en que se inscribe en lo simbólico.
Cuando el sujeto está en el campo del Otro, el sujeto se ve afectado ($) y el Otro también (A); es decir, el sujeto no cabe de manera exacta en el Otro y no cabe de manera exacta porque al entrar pierde algo, eso que pierde es el objeto a . Por tanto, el objeto a es el resultado de la división subjetiva entre el sujeto y el Otro. He aquí la razón por la cual el sujeto y el Otro nunca se podrán completar, pues siempre habrá algo que falte y eso que falta es precisamente el objeto a.
Esto resulta interesante porque en el análisis, el analista ocupa el lugar del objeto a (objeto causa de deseo) debido a que el analizante le supone al analista ese objeto. Hablar entonces de la angustia como constituyente del objeto a, es hablar por lo que en la clínica psicoanalítica acontece.
El análisis es un espacio donde el analizante habla mientras el analista escucha y está atento a lo que al analizante está diciendo, esperando a que se manifieste el material inconsciente para intervenir y con esto provocar en el analizante un corto circuito en lo que habla. Es decir, devolverle al analizante su propio mensaje de manera invertida, para que se cuestione sobre su propio decir. Pero esto solo puede surgir sí hay transferencia, es decir, que el analizante coloque al analista en el lugar de objeto a.
Por lo que el análisis es el vínculo de un acto y un hacer, donde el psicoanalista es efecto del acto analítico y el paciente es efecto del hacer del psicoanalista. Entre analista y analizante existe una relación totalmente asimétrica, en donde el analista ocupa el lugar del objeto a y el analizante es efecto del significante. Por lo que, el deseo del psicoanalista está ahí para permitir que surja el deseo del analizante; ya que la palabra está como efecto y al mismo tiempo como viniendo a determinar el campo de la relación analítica. Esto es porque el sujeto al hablar le da un lugar a la palabra y al hacerlo pone un límite al goce.
Poner un límite al goce, implica pasar por la angustia y una vez estando en la angustia es necesario que el sujeto realice un duelo (duelo por el objeto perdido) para pasar al deseo. Este es el camino que el sujeto ha de recorrer en el análisis (hablar de su duelo) para que al final, el objeto a (lugar del analista) caiga, quede como un resto y al hacerlo, el sujeto realice un movimiento subjetivo.
Sin embargo, lo más ominoso en cuanto al tema de la angustia, es que es el afecto más frío y crudo porque nos confronta con lo real, con aquello que no engaña. La angustia entonces, es ese momento donde el sujeto queda al desamparo, donde no hay significante que colme eso; es decir, donde no hay nada más que lo real manifestándose ante nuestros propios ojos. Ese momento tan aterrador en donde pareciera que no hay para dónde ir, es ahí donde el sujeto habrá de comenzar su duelo para poder llegar al deseo.
Atravesar ese duelo es un proceso difícil y quizá por eso el psicoanálisis sea tan criticado por otras disciplinas. Pues un análisis implica que el sujeto se haga responsable de su estar en el mundo, y esto es precisamente algo de lo que nadie quiere saber. Pues implica asumir una responsabilidad subjetiva, para a partir de ello comenzar a moverse, tejiendo algo nuevo, diferente.
Pero para que este movimiento subjetivo se dé, es necesario (como ya lo he mencionado a lo largo de este escrito) que el sujeto atraviese por la angustia, solo así es posible acercarse al deseo; en otras palabras, emerger como sujeto deseante. He aquí la razón por la que la angustia juega un papel fundamental en el dispositivo analítico.
* Profesora en la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM. Lic. en psicología. Especialidad en psicoanálisis. Maestrante en psicoanálisis. Ejerce su práctica psicoanalítica en la CDMX.
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