¿Cómo y qué
cura el psicoanálisis? Parece una pregunta evidente dirigida a alguien que se
inscribe en el campo psicoanalítico. En la plática cotidiana, en los programas
de tv donde uno de los especialistas es un psicoanalista, frecuentemente en las
conferencias y seminarios, siempre hay alguien que pregunta por el cómo cura el
psicoanálisis. Y tras de ello, si puede curar algo que los aqueja o, en su
defecto, curar a alguien cercano. Seguro que es una experiencia frecuente para
los profesionales psi: psicólogos, psicopedagogos, psicoanalistas, psiquiatras
o aquellos que en sus títulos académicos se asome algo del malestar humano.
Quizás para
algunos sea más frecuente la frase: ¿me estas psicoanalizando? Talvez la
fantasía o alguna forma de demanda arriban al primer plano cuando conocen a
alguien psi. También, quizás, el rechazo a dichos profesionales, formas que se
visten en la fantasía de ser transparentes a los ojos del psi en turno.
La pregunta
insiste, tal vez porque se esté en tiempos de tomar una decisión sobre a dónde
y con quién acudir. Quizás, también, por el largo camino ya recorrido en la
oferta terapéutica, ya sean psi o no, que se refleja en sentimientos de
desánimo, descrédito, cansancio. Pero, para algunos, conservando un lugar
particular para dar con una forma de tratamiento que responda a sus
necesidades: resolver algún problema, quitar una inhibición, disminuir el
estrés, ser menos impulsivo, resolver problemas de aprendizaje, ser menos
celosos, mejorar la autoestima, poder dormir, lograr una relación de pareja, un
duelo, un evento traumático, entre tantos y tantos más. La lista es tan larga
como consultantes de las terapias psi.
La oferta
terapéutica puede ir desde cambiar la forma de pensar y la conducta hasta
aumentar el rendimiento individual, pasando por atender los desórdenes
emocionales, dar soluciones a traumas a través de la reconciliación y el
reencuentro con el amor, cambiar una situación problemática y por una de
bienestar ayudados de una modificación del cómo se perciben las causas, y la
lista va en aumento.
Seguro que
cada profesional psi podrá argüir a favor del campo terapéutico en que este
inserto. Seguro que también la teoría que sustenten, en el mejor de los casos,
algo podrá explicar de la condición humana y con ello proporcionar un
tratamiento para cierto tipo de problemáticas. Cada quien lleva agua a su
molino.
El psicoanálisis,
en los tiempos que corren, también es parte de esos foros de discusión sobre su
eficacia, sus objetivos y sus métodos. Me parece que no puede, y no debe,
rehuir a la discusión argumentada sobre su práctica.
Ha mostrado
sus potencialidades, le han señalado sus resistencias y trabaja en el
reconocimiento de sus limitaciones. Es decir, es potente en su capacidad
explicativa, quizás su mayor logro para muchos. Su organización teoría es de
alta complejidad y va en aumento a medida en que se realiza investigación. A
tal punto, que algunos de sus elementos son tomados y desarrollados dando
origen a mucha de la oferta terapéutica contemporánea. Lo reconozcan o no.
Pero como
suele ocurrir con las ciencias o disciplinas que llegan a puntos donde la
discusión sólo es entendible entre sus miembros, pasa que con el psicoanálisis
luego es de alta dificultad traducir sus nociones como pulsión, transferencia,
goce, real e incluso la idea misma de sexualidad. Sencillez en la cotidianidad
de la plática y su discurso, por cierto honesto, de no ofrecer soluciones o
cura, hacen que desde el terreno de la pura información no sea una opción
viable para aventurarse en la experiencia psicoanalítica.
Más aun
cuanto el psicoanálisis no es un terreno de la urgencia, no es una apuesta por
soluciones eficaces y rápidas. Lo eficaz y lo rápido más bien son parte de lo
sintomático de la sociedad que hemos instituido. Todo rápido, lo que sigue
(next, next), ser eficiente, sacarse el mejor provecho, siempre aprovechar las
oportunidades, entre otros mandatos. Sin la posibilidad de caer en cuenta sobre
lo que se desea profundamente, sobre eso por lo que uno podría apostar para
vivir, aquello por lo que uno se arroja a la vida.
¿El
psicoanálisis cura? Habría que repensar profundamente la idea de cura y no sólo
quedarnos con una versión médica. La experiencia del psicoanálisis, que suele
ser más bien un descubrimiento, es una apuesta por el reconocimiento de uno
mismo, en sus conflictos, en la no claridad del deseo, en poder-se responder
por lo que uno mismo tiene que ver con sus síntomas y los usos que les damos,
por nuestro goces y por aquello que invariablemente nos hace estar en conflicto
con los que amamos.
Publicado originalmente en Asociación de Periodistas Independientes de la Mixteca APIM
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